Hoy leyendo el poema «El invierno en mi corazón», del gran poeta finlandés Eino Leino, me llamó la atención una estrofa que decía algo así: «Los gorriones se congelan en las ramas, gruesa es la capa de nieve en la tierra…». Sí, los pajaritos se pueden congelar en el inclemente invierno, pero también son grandes luchadores y tienen muchos métodos para sobrevivir el frío invierno.
Llevamos una semana con temperaturas bastante bajas y, aunque hoy ya ha subido un poco, todo está cubierto de nieve y la comida en la naturaleza es escasa. Dicen que las aves emigran al sur, no por el frío sino por la falta de comida. Para pasar el frío invierno los pajaritos forman como una coraza de grasa en su cuerpo. Además las plumas son unos aislantes muy efectivos. las aves acuáticas, como los ánades, engrasan sus plumas y las vuelven resistentes al agua. Es decir que no se mojan. Si se mojaran se congelarían.
Afirman que en los días muy, muy fríos, los pajaritos pasan a una hipotermia nocturna. Además buscan y comen comidas que contienen mucha grasa, como las semillas de girasol y cacahuates. En Finlandia, les ponemos bolas de grasas y semillas en los árboles y en los comedores de pájaros. Además, por ejemplo, los carboneros esconden o almacenan comida en escondites y comen bichitos escondidos en los árboles.
En la noche, los pajaritos no vuelan, entre otras razones, porque serían caza fácil de las aves nocturnas, como las lechuzas y los buhos. Triste para los buhos porque precísamente en invierno los pajaritos, con su cuerpo lleno de grasa, serían un bocado delicioso.
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